Cuando en 2011 empecé con la
aventura de pintar abanicos y dar rienda a mi imaginación, lo
hice con dos propositos. Hacer algo y diferente y trabajar en algo
que me gustara.
Crear
una imagen por la que nos conocieran fue complicado y después de muchas
dudas, el primer logotipo o referencia mía fue la silueta de un
pequeño abanico en rojo.
Tras
un par de años dando vueltas por ahí con la referencia del abanico,
llegó por casualidad a mis oídos que no había logrado el efecto
deseado. No me conocían por los abanicos, me conocán por las
amapolas.
Asi
que una de esas mañanas que tiene uno en la que las cosas son Si o Si, me fui a registrarlas. Mi manera de pintarlas y su forma.
Hace unos dias me llegó por correo certificado el documento original que me hace dueña de ellas.
Logicamente
he ido cambiando la publicidad en tarjetas y folletos y
sustituyendo la silueta del abanico por mi amapola.
Como siempre y de nuevo la frase de "nada ocurre como se planea" nos da la razón